miércoles, 2 de noviembre de 2011

"Diálogo": Esa nueva palabra obscena


Por Jaime Leygonier/ Hablemos Press.
En Cuba casi todas las palabras obscenas criollas nacieron de aludir en forma figurada, con nombres inocentes, a objetos y actos que el pudor vedaba mentar. Pasó el tiempo y el uso de esas palabras sustitutas las cargó de la suciedad que originalmente eludían.
Y parecido está ocurriendo ahora con la palabra "diálogo", usada por unos con ingenuidad que confunde, con mala fe por los más y siempre tan fuera de contexto como el panecillo que designa los genitales femeninos.
Dígase "diálogo" y todos quedamos hechizados, repitamos "diálogo" y nos sentiremos muy europeos, sabios como esos cuentecitos de "filosofía pop" que la Nueva Era puso de moda leer, agréguese "dialogo entre cubanos" y gozaremos de un erizamiento.
Sólo que diálogo no es palabra mágica y quienes nos hechizan con ella olvidan explicarnos las condiciones necesarias para que exista.
Creo que la primera es la necesidad y la conciencia de ella. Por ejemplo, la oposición que preconiza la necesidad del diálogo de la Dictadura con ella no parece consciente de que para lograr ese objetivo tiene necesidad imperiosa de diálogo entre opositores para una unidad que les permita decir "Nosotros" en vez de "Yo y mi organización".
La Dictadura al borde del cataclismo social no vé tampoco la necesidad del diálogo con su pueblo, se conduce desde 1959 en términos de guapo violador que alternativamente pega y repite: "Te prometo que si consientes no te va a pasar nada malo, te voy a tener como una reina".
No sólo hace imposible el mítico "diálogo entre cubanos" sino que decretó que no son cubanos sino apátrida y mercenarios del imperialismo todos los que digan que porque arruinaron el país no son buenos gobernantes y que no es creíble que lo desarrollen ahora.
No queremos ni pensarlo, porque nos asusta, pero estos regímenes, gobiernos por la fuerza, únicamente hablan de diálogo ante la fuerza, con sus ciudades bombardeadas y sus ejércitos desertando.
¿Cuántas veces quisieron la Sociedad de Naciones y los Aliados dialogar con Hitler y con Mussolini? Con ello únicamente consiguieron ser despreciados y que estallara la Segunda Guerra Mundial. (Y que conste, nuestra gerontocracia es incapaz de suicidarse como Adolfito).
Por supuesto que "los imperialistas" no van a invadirnos como tanto anunció Castro I, nos dejan cocinarnos en nuestra propia salsa y tal vez esperan alcancemos un grado tal de ingobernabilidad que la ONU los obligue a venir a poner paquetes de leche en las manos de las agradecidas chivatas del Comité.
Mientras, La Habana parece ya ciudad bombardeada y pronostican en pocos años una catástrofe demográfica que costará más muertes y sufrimientos que la mentirosa invasión anunciada, porque ya el abortismo estatal y la situación económica costaron más de 4 millones de vidas por legrado.
El diálogo es indispensable pero el Poder se niega y como no existe en Cuba fuerza capaz de imponérselo… esperan a morirse de viejos bajo el peso de sus medallas, rodeados de hijos y nietos que crecieron creyendo que el erario es el monedero con que papá les paga sus paseos.
No habrá "diálogo entre cubanos" porque unos cuantos cubanos secuestraron Cuba a tiros en 1959 y los demás, enajenados de Cuba, no podemos convencerlos de que la devuelvan, ni pacíficamente ni por las armas. (Y "cubano" vale, pero tampoco es palabra mágica).
Somos opositores pacíficos que citamos a Gandhi y a Luther King. Quienes pacíficamente movilizaban a miles de personas que eran apaleadas y encarceladas, hasta que fueron escuchados y vencieron porque no lidiaban con dictadores sino con la legalidad y el respeto a la opinión pública imperantes en Gran Bretaña y en E.E.U.U.
(Cuidado con la palabra "diálogo" como exorcismo contra la acción, como se dijo "para no obstaculizar el dialogo Estado-Iglesia". Cuidado con quien elogia el diálogo con la tonta intención de protegerse para no ir preso).
Hace imposible el "dialogo entre cubanos" el que tantos gobiernos extranjeros -y el español el más entusiasta- apoyan al Poder cada vez que sufre una crisis, y el salvavidas que le lanzan es precisamente la palabra "dialogo" -desde muchos años antes del presidente español Rodríguez Zapatero, quien hasta enroló a la Iglesia en esa campaña diversionista.
Con tanto apoyo extranjero a la Dictadura y con los cubanos tan oprimidos hablar de "arreglar las cosas entre cubanos" es como ver a un hombre cuchillo en mano violando y decir: "Déjenlos que se pongan de acuerdo, son cosas de marido y mujer".
Ningún campeón del "es asunto de nosotros los cubanos, sin injerencia extranjera" se ha quejado de la descocada injerencia española y bolivariana, ni ha dicho una palabra sobre el !cómo! vamos a arreglar las cosas entre cubanos.
Otra condición para el diálogo es el respeto al oponente del que la Dictadura es incapaz. Y hay disidentes que para "forzarla" evangélicamente evitan llamarla dictadura y predican que no podemos llamar las cosas por su nombre porque es "lenguaje de confrontación".
Echar las perlas a los puercos y crear la falsa ilusión de que podemos dialogar sin igualdad e irrespetados, bajo las pedradas al hogar y el maltrato en la escuela a los niños de opositores.
El que insulta y pega, a una Dama de Blanco y tal vez la hinca durante una represión -y luego esa Dama enferma misteriosamente- ¿podría dialogar con nosotros? Tal vez lo aceptemos si sirve para el bien de Cuba, pero ¿podemos respetarlo? ¿Y al gobierno que lo manda y hace impune?
Una condición del dialogo es la libertad de las partes, su poder de decisión. Mucho se habla, y lo valoro como positivo, del diálogo entre personas, pero hay quien lo convierte en una especie de dogma religioso y se auto engaña.
A fines de los 90 visité a un periodista independiente para escribir sobre su detención; me contó que, al soltarlo, uno de los agentes de la policía política le dijo que en otra ocasión lo citarían para hablar con él y él respondió: "Con mucho gusto, porque nosotros los opositores somos partidarios del diálogo".
El director de mi agencia de entonces se extrañó y me dijo: "El dialogo sería con políticos, con particulares, con un policía que cita no existe diálogo sino interrogatorio para quebrantarte y sacarte información".
El periodista del caso y otros que dialogaban con juvenil franqueza con los agentes que los citaban, y contaban luego que hasta hacían reír a sus represores con chistes sobre el gobierno y los tenían "medio convencidos", fueron arrestados una madrugada y sufrieron prisión.
Válido el dialogo con autoridades con poder de decisión y entre personas, pero con los represores y sus émulos "confuciológicos", los "blogueros oficialistas", no es posible, sirve para autocensurarnos por "no entorpecer el diálogo", volverse confuso y para el fingimiento de que existe en Cuba debate y libertad de expresión.
El enemigo no es una disquisición teórica, existe, bueno que sepa que cabrá en la Cuba futura, que lo trataremos con nobleza, pero no dejará de ser enemigo porque disidentes muy espirituales le dibujen corazoncitos en el mapa de Cuba.
Pretender convencerlos es fantasía vanidosa y síndrome de Estocolmo. !Si hasta ya están más convencidos que los opositores! Los agentes de la Seguridad del Estado retirados se vuelven resentidos contra el Gobierno y lo critican con cuantos pasajeros alquilan sus autos Lada.
Quienes espían nuestros teléfonos, cuando leemos nuestros análisis sobre Cuba tal vez digan que sí con la cabeza. ¿Y qué? Cuando les ordenen agredirnos, arrestarnos, o pinchar Damas, lo harán.
El diálogo es necesario con el pueblo que va cobrando conciencia, más por sus males que por nuestra labor periodística -que les llega poco, pues Radio Martí nos falta y con el pueblo sin internet los blogs llegan a una élite.
El pueblo madura, se manifestó inusualmente en las manifestaciones que unas pocas mujeres valientes promovieron ante el Capitolio y en el Mercado Único.
Puesto que la gerontocracia se empecina en el monólogo nuestras condiciones sociales empeorarán y ocurrirán estallidos como los de Oriente. Sin organización para la revolución, habrá motines por el pan o por un abuso policial.
Ya el Gobierno sabe que puede dialogar con la oposición, nadie necesita tirársele pancita arriba como la perrita para convencerlo -como ya hizo la Iglesia Católica- no dialogará por soberbia y porque consigue que carezcamos de suficiente poder para ser candidatos al diálogo.
Y si algún día nos invita a dialogar será una trampa más según su incorregible modus operandi de ganar tiempo. -Falta de la condición de credibilidad.
Entre tanto pensemos un poquito antes de creer en el diálogo, dormirnos con él como con un osito de peluche y abusar de esa palabra, porque en un futuro cuando los cubanos se insulten se gritarán: "!Vete pa'l diálogo!"

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