Por Jorge Félix Otero Morales (prisionero cubano).
Camagüey.―Desde la prisión del terror régimen Especial Kilo 8, Camagüey, Cuba, narro los hechos que llevaron al suicidio a Yoelvis Delgado Albelo, de 25 años de edad, ex soldado del Ministerio del Interior condenado a cadena perpetua.
Delgado, natural de Cienfuegos pero residente en Santiago de Cuba, fue sancionado en la causa número 11/07 por el tribunal militar de Santiago de Cuba bajo los cargos de traición a la patria, abandono de la guardia, asesinato, intento de salida ilegal del país entre otros cargos.
Llega la prisión del terror el 19 de mayo del 2008. Y es confinado en celda solitaria sin derecho a actividades recreativas, deportes, ejercicios al aire libre, el uso del teléfono limitado a unos pocos minutos al mes. No se le permitía tener libros, ni compartir otra literatura que no fuera compatible con el sistema político del país.
La pésima alimentación reducida, se le entregaba por un hueco que hay debajo de la reja, haciendo contacto con toda la inmundicia característica del lugar.
El hambre como castigo cruel, las condiciones deprimentes, la falta de asistencia médica especializada y de medicamentos, la desatención total como enemigo de la revolución cubana, vilipendiado por los que un día fueron sus compañeros, lo conllevaron a perder el valor por la vida.
El 12 de abril intenta suicidarse dentro de su celda tomando una cantidad de fármacos para envenenarse.
Gracias a los gritos de auxilio de sus compañeros presos en el corredor de la muerte, los militares acudieron en auxilio, lo sacaron de la celda, lo cargaron como si fuera un saco de papas y se lo llevaron al puesto médico donde le hicieron un enjuague de estómago. A los pocos minutos lo regresaron a su celda y se marcharon sin ofrecerle una atención terapéutica.
Muchos presos comenzaron alertar a todas las autoridades. A los oficiales de la Seguridad del Estado, al jefe de la prisión Tte. Coronel Filiberto Hernández Luis, al jefe de orden interior, oficial Ronny Álvarez Alcolea y a varios funcionarios del penal.
Sin embargo, caso omiso fue la actitud de los funcionarios. La suerte del joven rebelde ya estaba echada.
El viernes 14 de abril la madre del prisionero les implora a las autoridades que le permitieran ver a su hijo pues había recibido una llamada por teléfono alertándola que su hijo corría el riesgo de suicidarse y no estaba siendo atendido por las autoridades.
La llamada por teléfono la recibió de parte de la periodista independiente Magaly Norvis Otero Suárez que fue avisada de lo que sucedía con Yoelvis, llamada que realizó a la madre del prisionero para ponerla al corriente de lo que estaba ocurriendo con su hijo.
La madre del prisionero fue engañada por las autoridades de la prisión, que le aseguraron que su hijo se encontraba bien y que podía irse tranquila para su casa.
Desde el día 14 en lo adelante Yoelvis comenzó a manifestarse que si no era atendido con humanidad se ahorcaría para acabar con el suplicio que por largos años se encontraba sometido a vivir, sin ningún otro derecho a que no fuera quitarse la vida.
Ante la actitud de suicidio que mantenía el prisionero, le comunicamos al reeducador Liusma López León que atendiera al joven y que si era posible lo cambiaran de celda a un destacamento puesto que había dicho que en la noche se suicidaría, ahorcándose.
Según el prisionero Yoan Torres Martínez, el reeducador le expresó que no lo cambiaría de celda y que no lo molestaran más con el mismo tema.
En la noche del 21 de abril se suicida dentro de su celda con una sábana amarrada a los barrotes.
Un grupo de militares sacaron el cuerpo sin vida de la celda, lo cargaron y se lo entregaron a la madre, que unos días antes le habían asegurado que se fuera tranquila que su hijo estaba bien y no corría ningún tipo de peligro.
El cadáver fue llevado hasta su tierra natal Santiago de Cuba y enterrado el día 22 a las 4:30 de la tarde.
El dolor y la indignación reinan hoy en el corazón de todos los prisioneros que lo vieron partir desamparado, sin otro derecho que la resignación y el silencio.
En la madrugada del día 22 mientras los peritos de medicina legal atendían la celda donde se ahorcó el joven, el oficial jefe de Orden Interior se presentó en mi celda para responder a la pregunta que en voz alta escuchó y cito: ¿quiénes son los responsables de ese asesinato premeditado?
El oficial Ronny Álvarez Alcolea me respondió “nosotros los militares no somos responsables de ningún preso que se suicide dentro de su celda, eso es una decisión que nosotros respetamos”, fin de la cita.
Según se ha podido conocer por varias fuentes, muchos de los oficiales han manifestado “el preso ese, mató a unos oficiales y está bien muerto”, esa es la opinión de quienes deben velar y cuidar de la vida de los internos.
Largos días hemos esperado un grupo de presos para denunciar por teléfono este acto criminal perpetuado por los militares en complot con los órganos de la Seguridad del Estado que ocultan sus nombres.
Sin embargo, era de esperar la represión y la amenaza para evitar que denunciáramos este crimen organizado.
El reeducador Liusma López León ha orientado a los carceleros permanecer al lado de los prisioneros cuando hablan por teléfono con órdenes de suspender la llamada si dicen algo de Yoelvis.
Quien redacta se le suspendió el uso del teléfono por esclarecer el asesinato llevado a cabo por la institución carcelaria.
Vale destacar que Yoelvis se afilió al Comité de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo, insigne de los oprimidos y torturados que entregó su vida en una huelga de hambre que comenzó en esta prisión.
Delgado denunciaba desde esta prisión los actos de violaciones a los derechos humanos, torturas, golpizas, tratos crueles e inhumanos y degradantes ejecutados por los militares, que actúan fuera de la ley.
Esta posición del joven, le trajo el odio de los órganos de la Seguridad del Estado que comenzaron a cocinar su muerte.
Para lograr dicho propósito lo expusieron a las condiciones más difíciles, bajo torturas sicológicas, hambre y desamparo ante cualquier demanda de sus derechos de ser tratado hasta el último minuto de su vida como un enemigo de la revolución cubana.
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