Por Jaime Leygonier/ Hablemos Press.
La Habana.- Castrolandia es el país de los congresos. Alquila más barato las salas, importa a intelectuales extranjeros con todos los gastos pagos y los mezcla con intelectuales locales -todavía más baratos- para que verbalicen no importa sobre qué tema, siempre que su leiv motif sea que el mundo va mal pero en Cuba no pasan esas cosas gracias al Estado.
Ahora, según nota del Órgano oficial del Partido Comunista, Granma del 25 de enero, tuvimos un "VI Congreso de Educación, orientación y terapia sexual". "Debaten sobre la violencia contra la mujer en Latinoamérica".
"Al respecto Nadine Gasman, directora del proyecto para América Latina y el Caribe" del proyecto UNETE de la ONU dio a conocer sobre esta campaña "para poner fin a la violencia contra las mujeres".
Granma ni se molesta en mencionar los nombres de las "relevantes figuras de la cultura" cubana participantes (y que incurrieron en el inculto término "violencia de género", cuando en el idioma español no existen "géneros" como en el Inglés sino "sexos" y el término "violencia de género" debe su moda a mala traducción en un documento de la ONU).
Es propio de esa crema intelectual el ser desconocida por el pueblo al que ignoran y servir de parlante decorado de eventos culturales en que "demuestran al mundo" las bondades del Régimen.
Recuerda un chiste de los años 70, según el cual se reúnen delegados de todos los países en la ONU para analizar el peligro de extinción de los elefantes; cada país propone distintos planes, y el delegado cubano declara: "No se ocupen de nada que Cuba lo tiene resuelto; este año inauguraremos el mayor plan del mundo para la recría de elefantes y dentro de un quinquenio, gracias a la Revolución, seremos los mayores productores y exportadores de elefantes".
La violencia doméstica en Cuba y la violencia en general crecen alarmantemente no por, "esquemas patriarcales" que hay que "revertir" sino por el pauperismo, el hacinamiento de varias generaciones en viviendas sin condiciones y la desprotección legal: Problemas creados por el comunismo. Los extremos se tocan: Máxima concentración del poder y tendencia a la anarquía.
Las leyes no existen o son deficientes -ejemplo: no existe en Cuba el delito de acoso- los pleitos civiles se acumulan y eternizan, los tribunales, sin independencia, son puro simulacro, y, lo peor es que si el General promulgara leyes perfectas éstas no serían aplicadas porque el Derecho no existe. Y, si milagrosamente resucitara, no alcanzarían los pocos abogados sobrevivientes.
Sin derechos para todos, fundados en leyes y responsabilidad legal personal e institucional de los funcionarios en deber de aplicarlas, vano es legislar para las mujeres -se hizo en los 80- o los cristianos -como quieren los pastores instrumentos del Gobierno y otros bien intencionados, o los homosexuales- como hace el clan Castro para sus fines o para la "reforma económica".
Aunque en el Código penal existe el "delito de prevaricación" aplicable a los funcionarios que no cumplan su deber, jamás se aplica y es imposible demandar a ningún jefe, juez o tribunal que dilate un asunto o no haga cumplir sus propias sentencias como es su deber
De nada sirve legislar y emitir bellos slogans sobre cualquier asunto que ataña a un sector de la vida social cuando el Estado no genera orden para la sociedad entera sino que irrespeta las leyes que él emite, abandona a los ciudadanos bajo violaciones de derecho y él es el primer violador.
Hay mucha violencia entre vecinos. Sencillamente porque ninguna autoridad policial o judicial interviene según lo legislado para impedir que la música alta, los ladridos o las defecaciones del perro o el salidero de plomería perjudiquen al prójimo.
Entonces problemas mínimos de convivencia que se resolverían en cualquier país civilizado con requerimiento de la autoridad o multas -como ocurría en Cuba antes de Castro- se agravan hasta la desesperación y el ciudadano sufre callado la violencia… o la emplea.
Ana es una fiscal retirada cuyos vecinos de los altos se fabricaron nuevos cuartos sobre el techo de la casa de ella, techo de vigas de madera del siglo XIX incapaces de soportar el nuevo peso.
Todos los tribunales fallaron a su favor, pero como durante años los vecinos no fueron compelidos a demoler los muros en cumplimiento de la sentencia, la casa se desplomó. Es "la casa del condesito", en Serrano casi esquina a Durege, Santos Suárez, entre cuyos muros, sin más techo que el de dos pequeñas habitaciones, aún viven nietos de la fiscal retirada.
Este febrero en el pueblo de Agüica un hombre macheteó a Sara, su vecina de años, porque ésta se negaba a dejar de criar un cerdo en el patio colindante; olor insoportable y ausencia de una autoridad que hiciera cumplir las leyes sanitarias culminaron en crimen.
Sara, vive aún de milagro en el Hospital Camilo Cienfuegos de Sancti Spiritus, perdida la mente por heridas en el cerebro.
La violencia doméstica, que es difícil de prevenir en países con orden legal, en Cuba aumenta terriblemente por factores sociales que antes de este Gobierno no existían o eran menores; y es un asunto del que el policía procura desentenderse y del que el Gobierno se desentendió siempre porque "es un mal del capitalismo", no existe en la sociedad cubana.
Sin necesidad de que me invitaran a ese "VI Congreso", junto a mi puerta, antes de concluir este escrito, el padre de una vecina del apartamento 6 la "orientó sexualmente" recriminándola por vivir con su bebé con el hombre que la golpea. Y eso en un apartamento que frecuenta la policía.
Casi cada noche, en el parque de Santos Suárez, frontero a mi casa, se insultan parejas, se amenazan -amenaza algún hombre, y alguna vez la mujer- y a veces protesta la voz de una: "¿Por qué me pegaste? No tenías que pegarme por eso".
Mis vecinos chivatos que me vigilan ni se molestan en telefonear a la policía que sabemos no va a venir. Y el parque está totalmente a oscuras porque el Estado se desentendió hace 30 años de mantener su alumbrado.
Son los más pobres los que vienen a esas tinieblas a conversar hasta la madrugada porque el calor los saca de sus cuartuchos sin ventilación. A veces beben aguardiente mientras un bebé llora, gritan, rompen una botella por chiste. Unos son jóvenes que cantan, otros, parejas que buscan intimidad para fornicar o discutir.
Discursear ante extranjeros sobre "la concientización" contra la violencia es más fácil que poner bombillos a un parque e impedir los roben o rompan.
Y más fácil que "concientizar" sobre la generalización de conductas marginales causada porque este estado genera marginalidad al imposibilitar al pueblo vivir del trabajo y tener dignidad humana.
Según Granma, "Cuba /…/ lleva a cabo acciones de concientización del fenómeno mediante una campaña denominada Yo digo no a la violencia contra la mujer, que involucra a relevantes figuras de la cultura".
De estos "relevantes" anónimos sin influencia en el poder ni en la opinión pública y de esta "campaña cubana" nadie sabe nada, únicamente un puñado de extranjeros que de Cuba sólo conocieron la burbuja climatizada del hotel, de los paseos y de la sala de conferencias.
Pero seamos positivos, por lo menos están "involucrados" "los culturales" de la nómina -en la tercera edad casi todos- dicen "no a la violencia contra las mujeres" -mientras que no provenga del violento Estado.
Pues ninguno dice palabra del acoso con violencia física y psicológica que ese Estado emplea contra las Damas de Blanco, la oposición -violencia incluso institucionalizada en la organización paramilitar Brigadas de Respuesta Rápida- contra el pueblo en general cuyos derechos, plan personal de vida y futuro confiscó la camarilla de poder.
Ni contra la violencia ilegal de los policías que velan por esa confiscación. Y de los discursos con profecías de inmediato fin del mundo por guerra nuclear. Ni contra los niños de primaria al entrenarlos en marcha militar y corear consignas políticas, y decirles que nos bombardearán los yanquis.
Ni palabra sobre el acoso sexual de los jefes a las empleadas; normal en general e imperante en las tiendas dolarizadas y hoteles, institucionalizado en uniformes de falda bien corta y la selección de las empleadas "por su presencia física" -entendiendo por tal bellas piernas y curvas.
Fuera de su retórica por encargo, les es imposible decir "no a la violencia contra la mujer" a quienes figuran como "personalidades culturales" en la nómina del estado sado-masoquista cimentado en la violencia: Significaría ser acusados de "contrarrevolucionarios", desafiar la violencia del macho totalitario, !respetarse y tener vergüenza!
Y violentados ellos mismos dicen: "No, gracias, Yo prefiero recitar el libreto del parlatorio de turno. ¿Pa donde nos llevan ahora? ¿Pa la Feria del Libro a decir con Frei Betto que el Gobierno es "evangélico"?"
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