Por Jaime Leygonier/ Hablemos Press.
Explicar la maquinaria propagandística comunista es indispensable para comprender la "indignación" con que el régimen cubano se proclama calumniado y niega las probadas barbarie de sus cárceles, falta de garantías procesales y de libertades ciudadanas, y los dislates en la T V cubana de Piedad Córdoba, ex-senadora colombiana, y a Raúl Castro.
Es una maquinaria que fabrica opinión precisamente porque su mensaje infantil apela al subconsciente del público deseoso de creer que las cosas no son como son sino como deberían ser, de soñar utopías, que gobernantes mesiánicos lo arreglan todo, y de creer que los montes lejanos son más verdes.
Memoria colectiva donde reinan sueños sobre la lucha entre el bien y el mal, la edad de oro, la justicia y el cielo católico; subconsciente que a través de la historia trajo progreso o hizo de hombres ignorantes y de soñadores cultos peldaños al poder para los estafadores de soñadores.
Vendiéndoles la revolución a caballo de la idea de que la humanidad lo que necesita es que un hombre-dios (que no es Jesucristo sino Lenin, Hitler, Castro, Hugo Chávez) la salve con discursos de una doctrina de justicia y con que los pobres buenos encarcelen o maten a los malos ricos que se opongan a ese progreso, para que tras algunos pequeños ajustes podamos vivir en paz y abundancia como hermanos.
De ese subconsciente huevo nacieron -en el nido de las deficiencias de la democracia para solucionar las injusticias sociales- esos dos regímenes gemelos: El fascismo y el comunismo.
Que hoy se enmascaran con nombres nuevos para desligarse del pasado de fracasos y crímenes al repetir su apelación a que la raza superior o la clase social superior, guiada por el Gran Hermano, libere a la nación y a la humanidad con sacrificios y aplastando al enemigo.
Si fascismo y comunismo nos parecen distintos no es por la diferencia de métodos y discursos -diferencia que casi no tienen- sino porque por pura coyuntura política y militar Stalin con su URSS militó en el bloque de potencias que vencieron al nazi-fascismo.
Entonces en toda Europa y en EE. UU miembros de las altas esferas de la política, la ciencia y la economía y multitudes de hombres comunes admiraban "la pujanza de la juventud fascista italiana", "las denuncias de Mussolini y de Hitler contra los capitalistas ", los logros económicos, en educación y en salud públicas de Alemania nazi -que en 1933 eliminó el desempleo en tiempo record- y el "progreso industrial" de la Rusia soviética.
En los años 20 y 30 los comunistas no se reclutaban entre los proletarios sino entre universitarios de clase rica ilusionados quijotescamente por los manuales y con remordimientos de pertenecer a "la clase explotadora".
Ante la crisis de los partidos tradicionales, el pueblo "veía" que los únicos que en sus discursos les cantaban las verdades a los poderosos y se mostraban dispuestos a "hacer por el pueblo" eran los fascistas y los comunistas.
Y los resentidos, frustrados y parásitos encontraron en el fascismo o el comunismo la justificación de su fracaso personal, bandera para canalizar su odio "de clase", dignificado mediante la violencia idealizada, y ganar el pan con esperanzas de ascenso como revolucionarios profesionales -profesión que no abandonan ni cuando dejan de creer en su revolución.
Contando con esos mismos materiales humanos y aspiraciones nobles e innobles, Castro inundó a América Latina de guerrillas y se garantizó simpatizantes de su revolución cuando hacía mucho que la había matado en Cuba, "faro de América".
La revolución cubana no existe, sus super-héroes-salvadores-de-la-patria destruyeron la Nación, y exactamente por eso, a quienes lo decimos y reclamamos derechos nos titula "contrarrevolucionarios apátridas".
Los comunistas de hoy, reciclados bajo imprecisos "ismos", emplean el mismo andamiaje emotivo para justificar su dictadura o su pretensión al poder y justificar a la indefendible dictadura de Cuba.
A los sinceros los comprendo porque en mi juventud, como profesor de Historia, negué los crímenes de Stalin como mismo tanto tonto bien intencionado -y tanto canalla vividor de los tontos- niega hoy los crímenes de los Castro: Era mentira, propaganda del imperialismo, o errores pasajeros que ya fueron rectificados.
Negué los crímenes cometidos en Cuba: La revolución era generosa, los revolucionarios seres nobles, incapaces de bajezas. -Y, si acaso había duda, el crimen lo predicaban como imperativo moral, justificado por el fin altruista del progreso de la humanidad y la salvación de la patria.
Como la realidad es más tenaz que el adoctrinamiento comunista y los ilusos no pueden negarse eternamente a ver la realidad, muchos nos quedamos con los principios de justicia que predicó Castro y los volvimos contra él y su corte de vividores del cuento de la revolución cubana.
Su fórmula de la revolución no es la dantoniana de "audacia, audacia y siempre audacia" sino "mentir, mentir y siempre mentir".
Acusados por la muerte de un preso -otra más, ahora Wilman Villar Mendoza- y por su incremento de la represión, se encastillan en negar y fingirse víctimas; y en el extranjero tienen siempre servidores incluso la UNESCO y la OMS- que acreditan las mentiras y falsas cifras de quienes se auto-titulan "Cuba".
La Dictadura se queja en el periódico Granma (23 / 1 / 2012): No "se tomaron siquiera la molestia de confirmar" las circunstancias de la muerte del recluso. Pero hace imposible confirmar nada por el secreto con que oculta cuanto ocurre, particularmente en su GULAG.
La esposa del asesinado Villar Mendoza exige desmentir públicamente al periódico Granma, !jamás se lo permitirán! : El comunismo para ganar en el plano de las ideas necesita hacer trampas siempre.
Que los pobrecitos calumniados admitan al revisor de la ONU para que compruebe la situación de los presos -ese 1 o' 2% de la población cubana- porque su negativa a la inspección "confirma" más que los testimonios de presos y de la prensa independiente cuán infrahumana es la vida de los reclusos.
Que explique por qué antes de su poder salvador había en Cuba 7 presidios y hoy pasan de 200 -desde monstruosas construcciones de hormigón según planos soviéticos hasta campos de prisioneros, barracas rodeadas de alambradas de púas.
No demuestren con palabras los "logros" de "la Revolución" sino con que los cubanos no emigren en estampida, a veces con peligro suicida, y con que los pobres y los izquierdistas del mundo emigren a esta Cuba de sus simpatías.
País que en 1959, cuando sufría el "subdesarrollo capitalista" y la "explotación de los monopolios yanquis", antes de que sus salvadores lo ocuparan, apenas aportaba emigrantes y recibía ingente inmigración, fundamentalmente española.
Ahora que el General heredero habla dando pa'trás y pa'lante, como chofer que es malo parqueando, y asegura que "hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado, pero sin darle oportunidad al enemigo" - lo que equivale a hablar de cambiar sin decir qué, prohibiendo a todos decirlo bajo amenaza de ser acusados de enemigos y sin cambiar nada:
Que demuestren la "verdad" de que blasonan permitiendo libertad de expresión a todos: ¿Acaso no afirman que el 98.97% de la población cubana votó por garantizar en la Constitución el "socialismo irrevocable"?
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