Por Ernesto Aquino Montes/ Hablemos Press.
Patria me pide el corazón, de tanto ver humillada la dignidad, por servir a lo ajeno.
Porque es servicio de suicidas ofrecer, lo que por escaso debe reservarse para quien lo produce que es costoso al esfuerzo honrado, y mueve a pereza, alimentar hijos ajenos con quebranto de los propios, por obediencia a una autoridad que no se duele de los suyos.
De enojo triste va cargado el espíritu recto, por la contemplación del panorama dantesco que ofrecen, a la virtud, aquellos que prefieren desertar de la legítima hermandad, para tomar en adopción a extraños, y distinguirlos con una solidaridad que no nace de la práctica común, sino, de intereses mezquinos y propósitos empobrecidos.
Avergonzado va el insulto por no poder ceder, al perdón, su lugar en la conciencia; y es que vivimos apareados con la derrota, como con hembra en celo, que se empeña en ser fecundada por la conformidad.
A despertar nos llama la razón, para traer a juicio tanto silencio cómplice y declarar, puestos de pie sobre toda reverencia, una vigilia que azote la tolerancia que expone la vergüenza al saqueo de los que la desprecian. Patria me pide el corazón, para que sea de todos.
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